Acabamos de llegar de la Paz Baja California Sur y no tenemos palabras para decir todo lo que Dios hizo, pero él hizo lo que había en su corazón, sin duda alguna.
Comenzamos en la tarde del viernes con un tiempo de alabanza y adoración; habían en el auditorio como unas 600 personas, y desde ese mismo momento supimos que Dios estaba ahí.
El pastor nos compartió sobre el tabernáculo de David, y la atención de todos los que estábamos estaba totalmente enfocada en la palabra que Dios estaba hablando.
Hechos 15:16-17 dice: “Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,”
Creo que Dios nos dio una probadita la primer noche. Habían montando en la parte de afuera de la iglesia una plataforma y como una especie de carpa. Comenzamos el tiempo de celebración y en la primer canción, ¡de repente se fue la luz! Todo el sonido, las luces, computadoras, etc., se apagaron de golpe. Así estuvimos como por dos canciones… pero fue como si nadie se hubiese dado cuenta, o más bien, no le hubieran dado ni la más mínima importancia. Aunque no había luz ni sonido las voces no cesaron de adorar a Dios. Fue impresionante e inesperado, pero Dios seguía ahí, y su pueblo no dejo de exaltarlo. Como dice la canción que estábamos cantando “Tan consumidos por tu amor que hemos perdido el sentido de nuestro alrededor. Ya nada nos puede deslumbrar, nada en este mundo se te puede comparar.” Nada pudo hacer que dejáramos de adorar y exaltarlo. En ese instante todos nos volteamos a ver y Rebeca dijo: “Me imagino que así era cuando el Tabernáculo de David; el sonido de las voces adorando las 24 horas del día, sin sistema de sonido y sin nada.”
Durante el resto del evento no podíamos dejar de ver el hambre espiritual, tanto de la iglesia como de los pastores del sur de Baja California. Siempre estaban formados en fila (para entrar a las sesiones) media hora antes de tiempo. Algunos lo dieron todo por estar ahí. Supimos, por ejemplo, de una jovencita de un pueblito muy humilde; ella vendió su carro para poder estar entre nosotros esos días. Otra chava de La Paz dejo de ir a su graduación para asistir. Ella dijo que ese fue su regalo de graduación. Y como estos ejemplos hubo muchos otros—chavos y chavas sacrificando sus cosas para conocer más a Dios y así poder servirlo.
En la noche fue la clausura, se cerró con testimonios de los muchachos y muchísima alegría. Fue una fiesta de fe y gratitud y gozo. Fue como una probadita de lo que nos espera cuando Jesús vuelva. Gracias Señor por darnos tanto acceso a ti. |